Alianzas oscuras, mano presidencial y candidatas sin conectar: así se perfila el 2024
La búsqueda del voto que garantice el control político de los próximos años borra cualquier ideología.
Ignacio Alvarado Álvarez.
En días pasados, el antropólogo Héctor Tejera acudió a un evento en la colonia Huipulco, presidido por Claudia Shenbaum. Analista de procesos políticos y campañas electorales a lo largo de tres décadas, quiso escuchar sin intermediarios el mensaje de la precandidata oficialista en uno de los núcleos poblacionales de la alcaldía de Tlalpan, al sur de la Ciudad de México, que ella gobernó hasta 2018. “El discurso fue el mismo que yo creo que ha tenido en otros lugares-dice. Esto de mejorar los ingresos de la gente, de que las cosas van bien y que irán mejor… No me pareció que genere conflicto entre la gente que ha sido beneficiada por la ayuda del gobierno, pero tampoco en términos mucho más amplios y generales, porque el país está económicamente tranquilo. En síntesis, el discurso fue eficaz, pero no entusiasmó”.
Una norma lingüística dentro de la antropología cultural es que el discurso necesita apoyarse en un contexto. La eficacia o el fracaso depende de ello, explica Tejera. No se trata de emplear metáforas buenas o malas, sino tocar aquellos elementos de la realidad que doten a las palabras de significado para quienes las escuchan. Algo aparentemente simple, suele sin embargo olvidarse en campañas políticas. Es una de las causas por las que los discursos son elementales, monótonos y, en algunos casos, nacen sin vida.
“Reparemos en el discurso de la candidata del bloque opositor-propone el antropólogo, autor de una decena de libros sobre política, ciudadanía y democracia. Diría que en principio el discurso de Xóchitl Gálvez prometía porque parecía innovador. El problema es que terminó por expresarse dentro de un contexto que, paradójicamente, lo mató. Me explico: la gente que está a su alrededor, a la que presentó como equipo de campaña, pues ya sabemos quiénes son: es más de lo mismo. Así que no logró entusiasmar”.
El discurso de una y otra precandidata coincide en todo caso en el vacío contextual que hacen sobre un tema apremiante, el de la violencia criminal, el más sensible del país. Tejera lo coloca dentro de un rubro concreto, aquello que “no se dice”. El énfasis discursivo cae en dos líneas igualmente superficiales, la que atribuye la desgracia a un pasado neoliberal y corrupto, y el que critica el fracaso de la política actual, por inservible. El punto es que ninguno de los dos conecta con el grueso de la población, porque no alude siquiera a lo que cotidianamente se vive.
Si bien la contienda no se adentra aún al escenario de las propuestas detalladas, lo visto hasta ahora hace predecir un proceso en el que la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá mayor impacto en la decisión del voto que las estrategias desplegadas por quienes buscan remplazarlo. El país se adentra en una sucesión que también habrá de escandalizar a más de uno por el tipo de alianzas políticas que ocurren, en donde la ideología abre paso al pragmatismo puro y rasante. “No es una disputa nada más de partidos y de políticos. Por encima de ellos está el gran poder económico”, dice Telésforo Nava, profesor investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de México (UAM/Iztapalapa). “De otra manera no entenderíamos que, aparentemente de la nada, el agua y el aceite se juntaron. El PAN y el PRI lo hacen justo por esos intereses, que aportarán lo que tienen en este proceso”.
LA FALSA ALTERNANCIA
La última semana de noviembre, la inclusión de dos de los hijos del empresario Jorge Hank Rhon en el listado del que surgirán las candidaturas de Morena en Baja California, suscitó un escándalo político. Juan Carlos y César Hank, el primero regidor por el Partido Encuentro Social (PES) y el segundo dirigente estatal de ese organismo, pretenden hacerse de una diputación federal y de un escaño en el Senado de la República, y para ello su padre ha sostenido negociaciones con el partido oficial a lo largo de estos meses. Jorge Hank es a su vez hijo del fundador del Grupo Atlacomulco, Carlos Hank González, de cuya boca salió una de las frases que definen al sistema priista que gobernó al país por siete décadas: “Un político pobre es un pobre político”.
Jorge Hank Rhon ha buscado sin éxito la gubernatura en dos ocasiones. Se trata de una de las figuras más oscuras del PRI, a quien los periodistas del semanario Zeta de Tijuana señalan como autor intelectual del asesinato de uno de sus fundadores, Héctor Félix Miranda, El gato (abril 1998). En el extremo opuesto, Morena apostó por la figura del exclavadista olímpico Rommel Pacheco -hasta octubre militante del PAN, por quien fue diputado federal- como candidato único a la alcaldía de Mérida. El proceso para elegir contendientes a los 20 mil cargos de elección que estarán en juego el 2 de junio ha dejado heridas en las propias bases del movimiento, ante la traición que supone elegir a personajes que, o forman parte de aquello que el presidente López Obrador se cansó de señalar como la mafia del poder, o fueron abiertamente críticos a su figura y el modelo de la 4T.
“Debemos recordar que desde que López Obrador fue dirigente nacional del PRD realizó alianzas para ganar espacios electorales en diferentes estados. Alianzas que a estas alturas espantarían a cualquiera. Y en este proceso desde luego se resolverá con el mismo pragmatismo”, dice el profesor investigador Héctor Tejera.
Lo que se ve no es de ninguna manera nuevo. Existe desde hace años en el juego de la democracia mexicana. Mujeres y hombres que abandonan su militancia para cobijarse bajo el partido dominante, ya sea porque se les negó la candidatura o para asegurar el triunfo en las urnas. En buena parte del territorio, Morena es ahora la principal fuerza política, como el PAN, el PRI o Movimiento Ciudadano lo son en latitudes más estrechas. Pero sin importar el cascarón partidista, el fondo es el mismo. “México sigue controlado por grupos políticos. Hablamos de grupos muy consolidados a nivel regional, en entidades y municipios, que suelen entrar en conflicto al momento en el que resuelven candidaturas. Los que no quedan, se cambian de partido. Así que cuando uno dice: aquí hay cierta alternancia, pues no. Son los mismos, nada más que se pelearon”, añade Tejera.
La razón de tales alianzas es clara: ganar el proceso. Y en ello se vale de todo. Lo que se observa, dice el politólogo Telésforo Nava, es una operación en grande, orquestada por el propio presidente, quien busca atraer por igual a priistas y panistas a quienes se ofrecen candidaturas a cambio de que traigan consigo sus huestes partidistas. En el PAN y el PRI se busca lo mismo, pero en vez del poder público se valen del poder privado. “Si algo les sobra es el dinero. Así que van a encargarse de que ese bloque opositor camine lo mejor posible, y para ello cuentan con un cuadro bisagra: Claudio X. González junior. Es quien los une al gran capital”.
Pero hay mucho más que alianzas cuestionables.
LA MANO PRESIDENCIAL
El viernes 12, en su conferencia matutina, el presidente puso fecha a la presentación del paquete de iniciativas para reformar la Constitución, en lo que se anticipa como la última gran batalla política de su sexenio. El 5 de febrero, día en el que se conmemora la Carta Magna, dará carácter institucional a un nuevo intento por lograr que los cargos de magistrados del Supremo Tribunal de Justicia sean electos por voto popular. Aunque el paquete, dijo, tiene “que ver con el bienestar, con salarios, con pensiones, con la reforma al Poder Judicial, la reforma electoral, la democracia. Todo”.
Los últimos meses en la conducción del gobierno marcarán al mismo tiempo una injerencia en el proceso electoral, o lo que venga después. Eso piensa el investigador de la UAM. En la secuencia operativa, Telésforo Nava coloca el ataque presidencial en contra de los organismos autónomos, la confrontación con el INE, el Tribunal Electoral y la Suprema Corte, un poder en el que, dice, busca al menos provocar una división.
“No dudemos que al haber problemas, dependiendo de cómo concluya la elección, entrará la Suprema Corte y el presidente entonces está buscando que estas instancias, esos órganos, no le hagan oposición. O al menos que pueda negociar mediante presión. Él está avanzando en ello, y eso afecta la cuestión electoral en todos sus niveles. Entonces, tenemos a un mandatario, en teoría impedido por ley, alentando a votar en cascada por Morena para obtener mayoría calificada en el Congreso y realizar al final de su gestión las reformas que no ha logrado hasta hoy. Esto es una elección de Estado”.
El cálculo dentro del juego sucesorio parece resultarle bien, hasta ahora. “Lo que veo en esta campaña es a López Obrador teniendo la suficiente capacidad de incidir en la percepción de la gente para que se vote no solamente por Claudia Sheinbaum, sino que se dé el voto cascada”, señala el antropólogo Tejera. El presidente entiende bien eso del contexto discursivo. Con un discurso que camina por la línea moral, enciende tanto a fieles como a detractores. Con esa certeza aborda la corrupción que permitió el saqueo o los salarios de los magistrados y cada día sube al escenario con un mensaje efectivo. Es la diferencia enorme con sus adversarios políticos.
“En el bloque opositor, en vez de hacer una referencia al contexto, de qué es lo que puede mejorarse, se dedican a decir que el presidente está haciendo cosas horribles, lo cual puede ser cierto, pero es un discurso que no prende. En cambio, la eficacia del discurso de López Obrador dentro del contexto nacional ha sido amplia, por eso tiene el 70 por ciento, o si quieres el 65 por ciento de aceptación. Y aquí el punto central es cómo opera todo ello dentro de la campaña de Claudia Sheinbaum. Pues opera a favor”, añade Tejera.
¿VOTO CRUZADO O EN CASCADA? EL EFECTO DE LAS CANDIDATAS
El año inició con una revelación inesperada. Marko Cortés, el dirigente nacional del PAN, decidió ventilar un acuerdo firmado en 2023 con el PRI para repartirse secretarías y direcciones de área en el gobierno entrante de Coahuila, donde fueron en alianza. El pacto incluía hasta Notarías Públicas. Cortés reclamaba así la ruptura del compromiso hecha por el gobernador Manolo Jiménez. Dos días después, la candidata del bloque integrado por esos dos partidos más el PRD, se deslindaba de lo hecho.
“Para mí es inaceptable el contenido de ese convenio, es inaceptable. Desde el punto de vista ético, para mí, jamás aceptaría una cosa que contenga lo que ahí dice”, declaró Xóchitl Gálvez al periodista Joaquín López-Dóriga.
Coahuila, una entidad en la que el PRI nunca ha dejado de gobernar, cuenta de momento con una de tres posiciones en el Senado. Las otras dos las tiene Morena. Una operación como la revelada por el dirigente del PAN, el principal grupo político de la alianza, sin duda resta fuerza a su candidata presidencial para atraer el voto conjunto. Por mucho carisma que pudiera tener, es claro que no está incluida en negociaciones profundas ni cuenta con voz ni voto en la selección de candidaturas federales y regionales. Pero ese es solo un componente del escenario adverso que tiene Gálvez. Lo otro pasa por la inercia histórica del voto partidista y la elección de Estado que envuelve a la candidata oficial.
“Si usted junta a los de chile, dulce y pozole y arma una coalición, va a fracasar”, dice Héctor Tejera, apelando al dicho popular. “Hay mucha gente que ni siquiera se ha dado cuenta de que esa coalición existe. Ahora, si la pregunta es si Xóchitl Gálvez tiene la capacidad de influir en el voto regional, yo diría que la gente va a representarle a ella lo que siempre ha representado para los partidos que la postulan. La otra opción es que nadie vote por esto de chile, dulce y pozole”.
En 2018, Tejera relizó un trabajo etnográfico en la Ciudad de México, justo para analizar el alcance de las alianzas. En este caso, la que acordaron PAN y PRD. En suma testificó el desconcierto que genera entre los simpatizantes de una y otra fuerza. “La gente votará esta vez por el partido que siempre ha votado. Xóchitl Gávez no tendrá influencia sobre ese voto. Eso ha sido la tendencia. Y entre más intensas sean las campañas, más se dará el voto en cascada, lo que favorece a Claudia Sehinbaum”.
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about ignacio alvarado álvarez
Journalist - Periodista
Periodista especializado en sistemas criminales, estructura y política sociales.
Fue co-director de Newsweek en Español. Formó parte de la Unidad de Investigaciones Especiales de El Universal.
Ha colaborado en las revistas EmeEquis, Contralínea, Variopinto, Letras Libres y el diario La Jornada. Escribió para el área de reportajes especiales de Al Jazeera América. Fue jefe de información y reportero de la Unidad de Investigaciones de El Diario de Juárez.
Conferencista y director de talleres sobre periodismo de investigación en universidades de México, Estados Unidos, Europa y Centroamérica.
Es coautor de los libros La Guerra por Juárez (Planeta 2010) y La guerra contra el narco y otras mentiras (BUAP 2011).
Fue asesor de estrategia comunicacional de la Comisión de Asuntos Fronterizos del Senado de la República (2001-2003), y productor asociado en América Latina de ARD, Televisión Pública Alemana.
Actualmente colabora en portafolios de investigación con Insight Crime.