MILEI DEL MONTE
Ignacio Alvarado Álvarez.
Si solo se repara en el discurso político y el comportamiento personal de Javier Milei, queda poco margen para comprender la razón por la que triunfó de manera tan contundente en la elección presidencial de Argentina. La síntesis empleada por una mayoría de analistas antes de las primarias celebradas en agosto, que también ganó, le perfilaban poco menos que como un actor de ideas estridentes que además tenía entre su hermana y sus cuatro perros su caja de resonancia. Sí, la República estaba rota, con altas crestas de pobreza, indigencia y crimen, pero sobre todo con una población predominantemente joven en desamparo total. Una clave que, o no se supo leer o fue deliberadamente menospreciada en su alcance plebiscitario.
Milei acaparó el voto de los menores de 25 años y disputó con ligera ventaja a los menores de 30. Un segmento que no fue censado a cabalidad por las encuestadoras y que por lo tanto hicieron impredecible la ventaja de 11 puntos con los que el economista fundador de La Libertad Avanza, aplastó al ministro de economía Sergio Massa. No hace mucho, Milei, además de político, docente, irrumpió en la televisión como nadie había hecho, investido con un lenguaje políticamente incorrecto con el que buscó demoler desde el principio al status quo. Hablaba con añoranza rabiosa del pasado glorioso del país, que una sucesión de políticos, y más reciente de zurdos de mierda, terminaron por sepultar. Pasaron meses antes de que comenzara a tomársele con algo de seriedad. Nadie que busque promulgar la desaparición del Banco Central, la privatización de las empresas del Estado, de dolarizar la economía o castigar el aborto en uno de los países con mayor efervescencia feminista, podía tomarse sino por loco.
De esa relativa seriedad se pasó a la preocupación tras las primarias. Aún así, y pese a que las encuestas le conferían una ventaja de entre dos y tres puntos, es decir dentro del margen de error, pocos creyeron que se alzaría con la victoria. Incluso él mismo, que tras el último debate, en donde fue claramente expuesto en sus contradicciones, manejó la idea del fraude. Curándose en salud, Milei puede que también se haya sorprendido ante la solidez del resultado. La parte ciudadana que le confió todo, es la que por primera vez acudió a las urnas. En un país de 45 millones, en donde la pobreza asola en medio de una de las peores inflaciones del planeta, la mitad de la población menor a 25 sufre sus peores efectos. Y eso puede medirse, más que en ninguna otra parte, en el área educativa, en donde si bien más del 90 por ciento termina la instrucción primaria, menos de la mitad continúa en el siguiente nivel y por cada 100 que lo hace solo 13 se gradúa con conocimiento adecuado.
Peor todavía. Es la generación que ve frustrada cualquier incorporación al sector laboral, dominado por una industria estatal o protegida, y por lo tanto estancada en competitividad y tecnología. Este segmento, identificado como Generación Z, busca más que nada autonomía y es emprendedora. Justo el núcleo del discurso utilizado por el ahora presidente electo en su idea libertaria. Los menores de 25 votaron por la autenticidad de la proclama Milei. Podrán no estar de acuerdo, como señala la politóloga argentina Ana Iparraguirre, pero saben que se conduce sin doble cara y dice lo que piensa. En el pasado los jóvenes abrazaron los preceptos de izquierda del kirchnerismo, pero hoy esos jóvenes son adultos mayores de 30. A la generación Z no se le supo abordar fuera de cómo lo hizo Milei. El spot publicitario perdió influencia. Dejó de importar. Ahora el discurso de campaña, el mensaje, adquirió forma en redes sociales, y lo hicieron suyo.
El triunfo de Javier Milei tuvo repercusión inmediata en occidente, donde las corrientes de derecha extrema, desde Europa hasta América, ven en él a uno de sus más preciados representantes. En los países de la región la victoria suscitó, por lo menos, un shock. En México sirvió también para exponer el nivel de ansiedad y desesperación de la precandidata del Frente Amplio Por México, Xóchitl Gálvez, que celebró el resultado electoral del Pelucas Milei, cuyos postulados contravienen los suyos, o los que ella dice defender. Para su mala suerte, el país está lejos de la expansión violenta que arrasa a la infancia y juventud argentina. Y desde luego de su elocuencia.
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about ignacio alvarado álvarez
Journalist - Periodista
Periodista especializado en sistemas criminales, estructura y política sociales.
Fue co-director de Newsweek en Español. Formó parte de la Unidad de Investigaciones Especiales de El Universal.
Ha colaborado en las revistas EmeEquis, Contralínea, Variopinto, Letras Libres y el diario La Jornada. Escribió para el área de reportajes especiales de Al Jazeera América. Fue jefe de información y reportero de la Unidad de Investigaciones de El Diario de Juárez.
Conferencista y director de talleres sobre periodismo de investigación en universidades de México, Estados Unidos, Europa y Centroamérica.
Es coautor de los libros La Guerra por Juárez (Planeta 2010) y La guerra contra el narco y otras mentiras (BUAP 2011).
Fue asesor de estrategia comunicacional de la Comisión de Asuntos Fronterizos del Senado de la República (2001-2003), y productor asociado en América Latina de ARD, Televisión Pública Alemana.
Actualmente colabora en portafolios de investigación con Insight Crime.