¿Y LA MASACRE DE 300 PERSONAS EN COAHUILA?

El descubrimiento de las fosas comunes de los desaparecidos en Allende, Coahuila, sugiere la colusión de las autoridades y los cárteles. Una mirada más cercana a las explicaciones y a los testimonios existentes en la Corte de Texas cuestiona la tesis oficial. El gobierno, por ejemplo, no ha explicado cómo es que Los Zetas fueron capaces de dedicar días, si no es que meses, a asesinar gente sin que nadie se los impidiese.

Por Ignacio Alvarado Álvarez y Michelle García

Saltillo, Coahuila.- A fines de enero pasado un grupo de agentes federales y estatales, a los que se sumaron militares, se desplegó por las llanuras semidesérticas del estado con la misión específica de buscar restos humanos.

Durante 20 días unos 250 agentes enmascarados barrieron ranchos y pueblos de Allende, Nava, Acuña y Piedras Negras, en busca de las víctimas de una masacre. La operación representó la primera acción oficial seria para encontrar a los desaparecidos, gente secuestrada o detenida que nunca apareció, ni viva ni muerta.

El asesinato en masa del que los agentes buscaban rastros, quizá el mayor registrado en México en los últimos años, dejó cerca de 300 víctimas. Familias enteras fueron sacadas de sus hogares y levantadas de las calles antes de desvanecerse. Poco después, sus casas fueron vandalizadas, baleadas, incendiadas y destruidas. El gobierno atribuyó la matanza a Los Zetas, que ejecutaban así su venganza contra dos traidores. Los asesinatos, reconoció el procurador de justicia del estado, continuaron durante meses.